Kinepolis
Boadilla del Monte

El grupo belga Kinepolis inauguró el 17 de septiembre de 1998 en La Ciudad de la Imagen, situado junto a la carretera de Boadilla del Monte a Madrid, el mayor complejo de cines del mundo: hasta 25 pantallas, con un total de 9.222 butacas, más de 3.000 plazas de aparcamiento y una inversión de 5.500 millones de pesetas.

La comodidad del espectador es uno de los factores que más se han tenido en cuenta: reserva telefónica de hasta una semana de antelación con precios de 600 ptas los niños y estudiantes y de 750 para los demás, abonos, aparcamiento vigilado y gratuito, guardería para niños con "busca" para los padres (aún no operativa), butacas con doble reposabrazos y portabebidas, espacio entre filas de 130 cm y varios centímetros más altas que las de delante, salas desde 194 hasta 1.018 butacas, pantallas de entre 90 y 300 metros cuadrados pero con la primera fina a no menos de 9 m de las mismas, sonido digital THX. Siendo la oferta de películas de lo más variada (incluyendo versiones originales subtituladas).

Horarios
Lunes - jueves 17:0020:0022:30
Viernes 17:0020:0022:301:00
Sábados 13:0017:0020:0022:301:00
Domingos y festivos13:0017:0020:0022:30
Cartelera
Teléfono 91- 518.80.21

A este tipo de superficies se las denomina Megaplex y, en un futuro próximo, complementará la oferta cinematográfica con otros servicios. Kinepolis dispondrá de varias zonas de ocio (salas de juegos virtuales, etc.) y de 14 restaurantes (ahora solo hay uno). En sus instalaciones se podrán celebrar galas, conciertos, conferencias, etc. Es de suponer que el complejo recibirá algo más de 3.000.000 de visitantes anualmente, cifra alcanzada el año pasado por su hermano menor de Bélgica (de "solo" 24 salas y 8690 butacas).

Imagen en el sevidor de kinepolis.com. Ocasionalmente fuera de servicio.

Con estas nuevas instalaciones, Boadilla del Monte cuenta ya con más de cien salas de cine en sus alrededores y aún quedan por inaugurar las salas del nuevo centro comercial de Boadilla del Monte y las salas de Equinoccio de la Warner, en las proximidades de las urbanizaciones de Boadilla (Bonanza, etc.), pero ya en Majadahonda.


Inicio caótico Reservamos entradas para una sesión de las cinco de la tarde. Imposible especificar unos asientos más adelante, más centrados o más a tras. En la reserva no se toma nota de nuestro nombre e informan que no hay plazo para la retirada de las entradas. Si el cliente olvida la referencia, las plazas quedaran sin ocupar.

Domingo 20 de septiembre de 1998, llegamos a Kinepolis a las cuatro de la tarde. Solo están abiertos los aparcamientos exteriores, los interiores aún están en obras. El edificio da la sensación de haber sido inaugurado precipitadamente, se observan obras inconclusas aquí y allá. Aparte de los cines, solo hay abierto un restaurante, los otros no parece que hayan iniciado las obras. Cuatro y media, las colas en las taquillas llegan hasta la calle, nos indican que el sistema informático está dando problemas.

Las cinco, tras media hora en la cola, logramos las entradas y nos informan que la película no se iniciará hasta las cinco y cuarto. Compra de palomitas, nos las proporcionan de un calentador, tras comprobar que ni son recientes, ni están crujientes, nos dicen que son del día y que no hay otras. Entramos en la sala y aunque solo cuenta con unas quinientas butacas, dada la separación de asientos, comprobamos que las filas superiores están muy retiradas de la pantalla. Nos sentamos, los asientos son bastante cómodos, se agradece el doble reposabrazos.

Las cinco y cuarto, la película no empieza. Las cinco y media, los niños juegan delante del amplio espacio que hay frente a la pantalla. Una niña descubre el modo de hacer ondas en la tela de la pantalla, muchos más niños la imitan, otros exploran el hueco existente bajo la pantalla. Un chica ahora y otra después, van abriendo las puertas que, junto a la pantalla y sin cartel informativo, dan a la calle, en un vano esfuerzo por dar con los servicios.

Alborotos, protestas, algunas personas llevan más de una hora en la sala (y lo mismo en las 24 restantes), sin que se inicie la película. Reclamaciones, exigencias de devolución del dinero. Calor, el aire acondicionado no funciona. Ni una sola explicación por la megafonía. Las seis menos cuarto, se proyecta la película. Se hecha de menos la falta de un reposacabezas en la butaca, no vale lo de echarse hacía adelante pues dada la inclinación de la sala hay que mirar hacía abajo. El aire acondicionado no pare funcionar. De las tres puertas que hay junto a la sala (la número 7) salen luminosos rayos de sol.

La proyección de la película transcurre sin problemas, la acústica parece correcta. Siete y diez, fin de la proyección y salida del cine. La dirección de Kinepolis decide entregar una entrada gratis a cada uno de sus sufridos clientes. Las siete y media, dejamos el centro. La cola de las taquillas es tan espectacular como el local. La autovía de entrada desde la M-40 repleta de vehículos. Sentimos compasión por los espectadores de la sesión de las ocho.

Cristina, nuestra hija de siete años, dice que le a gustado, que ha disfrutado de lo lindo con los otros niños en la sala, que la película se podía ver muy bien y que quiere repetir. ¿Quien podría desilusionarla?


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