Luis Félix de Mirabal y Espínola
Marqués de Mirabal y señor de Boadilla del Monte.

Luis Félix de Mirabal y Espínola (Jerez de la Frontera - aprox. 1670, Madrid -1729), Marques de Mirabal (Miraval), Jurista y Presidente del Consejo de Castilla. Dirigió la política española durante el efímero reinado de Luis I.

Nació en Jerez de la Frontera a mediados del siglo XVII, Fue hijo de una familia de regidores locales, siendo su padre Don Juan Francisco de Miraval y Lobaton, nombrado Caballero de la Orden de Alcantara el 24 de julio de 1665; su madre, Doña Maria Luisa Spinola y Morales; y su hermano Don Juan Francisco de Miraval y Spinola, primer Conde de Villafuerte Bermeja y Caballero de la Orden de Calatrava desde 1663.

Carrera judicial

Mirabal, como un buen número de segundones de familias nobles y pobres se vio en la necesidad de entrar en la Universidad y de seguir la carrera judicial, como el principal medio para entrar en la alta administración. Pues, por ejemplo, para llegar a ser ministro del Consejo real era preciso haber cursado diez años de estudios en la universidad y tener, por lo menos, 26 años. Para tener más oportunidades dentro de la multitud de letrados al acecho de altos cargos, era preciso ingresar en alguno de los colegios mayores de Salamanca, de Alcalá o de Valladolid.

Los Colegios Mayores becaban los estudios a jóvenes con escasas posibilidades económicas (rentas anuales menores a 12.000 maravedís), proporcionándoles alojamiento, vestuario, comida y apoyo en las consecuciones de cátedras u otros empleos. Entre las condiciones de ingreso en los mismos estaba el de tener entre 16 y 21 años de edad y no tener antepasados judíos. Mirabal fue Colegial Mayor de Cuenca en Salamanca, en donde curso estudios de jurisprudencia.

La gran mayoría de los colegiales comenzaban su carrera administrativa ejerciendo un cargo en un tribunal, pero algunos, como Mirabal, preferían quedarse de catedráticos antes que aceptar un puesto que no les pareciese digno de sus cualidades. Los cargos más apetecibles eran los de Oidor (juez togado de primera instancia) en las Chancillerías de Valladolid o Granada. Hasta que llegó la oportunidad, Mirabal enseño derecho en Salamanca, en donde ocupo algunas cátedras.

En 1697, Mirabal entra en la administración ejerciendo el cargo de fiscal de la Chancillería de Valladolid, con 350.000 maravedís de sueldo. Probablemente entonces contará 26 años o 27 años, lo que situaría su nacimiento en 1670.

En 1699, caso Mirabal con Maria Magdalena Davila, señora de los mayorazgos de su casa (hija de Jerónimo Manuel Davila, senor de Villagarcia Miraflores, Regidor de Avila y Patrono de la capilla mayor de la parroquia de San Juan, y de su tercera mujer, dona Francisca de Moncada y Guzman). Del matrimonio nació Mariana Melchora de Miraval y Davila Guzman.

En 1700 es nombrado Oidor (juez) de la misma Chancillería (y con el mismo sueldo). En 1705, tras la muerte de Carlos II sin descendencia y en plena Guerra de Sucesión, Mirabal es ascendido a alcalde de la Casa y Corte de Madrid (alto tribunal para los crímenes de lesa majestad, es decir para los casos de la Corte), con un sueldo de 550.000 maravedís, con plenas atribuciones sobre la policía de la Corte y con el deber de acompañar al rey, o al Consejo de Castilla, en sus salidas. A Felipe V le gusto trabajar con él y le cogió en gran estima.

En 1707, Felipe V le nombro fiscal consejero de Castilla (con un sueldo de 1.019.540 maravedís) y en contra de la propuesta de la Cámara de Castilla, cargo que Mirabal desempeñó hasta su muerte en 1729. El Consejo de Castilla, desempeñaba el papel que ahora tienen las cámaras de diputados, más la de tribunal supremo, su presidente (o gobernador) era el personaje, protocolariamente, más importante tras el Rey.

En 1714, Mirabal fue enviado como Embajador de España en los Estados Generales de Holanda. Los casos de consejeros de Castilla nombrados embajadores por unos años fueron raros, pues las numerosas tareas que debían hacer frente en el Consejo, apenas ofrecían la posibilidad de confiarles misiones en el extranjero por largos periodos de tiempo.

Mirabal desempeño su cargo de Embajador con tales muestras de sagacidad y celo que sus servicios fueron premiados por Felipe V, nombrándole en febrero de 1716 presidente y gobernador del Consejo de Castilla, en substitución del obispo de Osma, D. Felipe Antonio Gil de Taboada, que no se había mantenido en el cargo más que unos meses.

El presidente del Consejo de Castilla era uno de los funcionarios mejor pagados (6.900.000 maravedís). No podía mostrarse en público sin que se le rindieran los honores debidos a su dignidad de segundo personaje del Estado. Si salía solo, las cortinas de su carroza debían de estar corridas para que no fuese visible. Todo un protocolo minucioso regulaba sus recepciones. El presidente asistía a todas las ceremonias públicas y a todas las fiestas religiosas, ocupando el puesto principal en caso de ausencia del Rey.

El presidente no tenía que hacer visitas oficiales, más que al Rey. Cuando en 1720 el Mirabal, gobernador del Consejo, quiso hacer una visita al cardenal Belluga, pidió autorización oficial al rey. La secretaría de Cámara exhumó los textos de 1676 sobre el encuentro de Castrillo con el cardenal de Aragón, y el 28 de octubre de 1720 el marqués de Grimaldo, secretario de Estado, hizo saber al marques de Mirabal que solo tenía que seguir el protocolo utilizado en 1676.

En noviembre de 1716, Miraval media, de acuerdo con el Capitán General de Cataluña, en favor de la substitución de los castellanos de la Audiencia de Barcelona, por catalanes, para que apliquen las leyes propias del principado y propone como regente de la Audiencia al catalán Francisco Ametller. Felipe V acepta pero con la condición de nombrar un regente castellano.

El 8 de noviembre de 1717, la hija de Mirabal, Mariana Mirabal se casa con su primo hermano Francisco José de Mirabal Ponce de León, III conde de Villafuerte Bermeja.

El 5 de agosto de 1719, Mirabal media en una huelga de trabajadores holandeses en la Real Fabrica de Paños de Guadalajara. Proyecto estatal para lograr paños finos de la mejor calidad y contrarrestar el comercio extranjero de estos géneros en España.

El 30 de octubre de 1722, Felipe V premia a Mirabal con el título de Marqués de Mirabal (realmente de Miraval).

Presidente del gobierno de Luis I

Luis I

El 10 de enero de 1724, abdica Felipe V en favor de su hijo Luis I, quizás para estar libre para ceñir la Corona de Francia en el caso de que falleciese Luis XV.

El nuevo Rey tenía 17 años y para compensar su escasa experiencia, Felipe V nombro un Gabinete de siete individuos, con la finalidad de asesorarle lo mejor posible. El gabinete fue presidido por el Marqués de Mirabal, hombre de buen sentido, experiencia y laboriosidad, a quien acompañaron: el Arzobispo de Toledo, Diego de Astorga, eclesiástico de grandes virtudes; el Inquisidor general, Juan Camargo, notable canonista; el Marques de Valero, Presidente del Consejo de Indias, personaje riquísimo; Miguel Guerra, hermano del confesor de Isabel de Farnesio y protegido de esta; el Conde de Santisteban del Puerto, plenipotenciario en el congreso de Cambray; el Marques de Lede, destacado militar de la guerra de sucesión y el más notable e influyente de todos.

Decía un poema anónimo: Le pusieron Junta de Gabineteros. Siete son las culpas y siete son ellos.

Como ministros quedaron: Orendyn en la secretaria de Estado, Castelar en la de Guerra, y Verdes Montenegro consiguió la de Hacienda, gracias a la amistad de Mirabal.

Francia envió como embajador al Mariscal Tessé, quién ofreció ayuda a Felipe V en sus pretensiones al trono francés y a Isabel de Farnesio en las suyas sobre Italia (tronos para sus hijos), con tal de que España se resignase a ser gobernada por personas adictas a Luis XV.

El primer acto del nuevo Rey, por consejo de Mirabal, había consistido en restablecer la antigua etiqueta, suprimida por su padre, acuerdo que fue aplaudido por toda la Grandeza, y en vista del cual el partido español, comenzó de nuevo a combatir con violencia a los franceses, y sobre todo a los italianos (Isabel de Farnesio).

El jefe del partido español era el Presidente del gabinete, Marques de Mirabal, y su más decidido adepto el Padre Ramos, procurador general de los jesuitas en Castilla la Vieja y confesor de Mirabal. En el partido francés estaban los confesores de los reyes, el secretario de estado Orendayn, los hermanos Patiño, Castelar, etc. Siendo el ideal de dicho partido, la unión perfecta y absoluta entre España y Francia. En el partido Italiano estaban el Marques de Monteleón, etc.

El embajador francés acabó iniciando la discrepancia entre las dos cortes. Pidió el relevo del Marques de Mirabal tanto a Luis I como a Felipe V, mientras oficialmente le prodigaba las mayores atenciones.

La posición de los individuos del Gabinete era tan falsa, que públicamente se hablaba de ellos como de una pantalla detrás de la cual seguían gobernando los anteriores reyes.

Rey y Reina en el monte retirados, Rey y Reina en la Corte, ya reinantes; Aquellos (como siempre) dominantes, Pero éstos (como siempre) dominados. Los Grandes (inocentes) exaltados, Los Grandes (que lo son) como eran antes, Secretarios a pares, como guantes, Mal merecidos, pero bien calzados. El Gabinete, de varones fríos; El Ministro de Francia (gran lagarto) En Valsaín afecta sus desvíos. De este preñado, ¿Qué monstruoso parto Podemos esperar, paisanos míos? A quien me lo acertare daré un cuarto.

Mirabal no se conformó con su papel de comparsa y aceptó la lucha, estableció correspondencia secreta con el Duque de Borbón (regente de Francia) a espaldas de Tessé y reformo el Gabinete: Valero se ocuparía de las relaciones con la Santa Sede, Lede de las de Inglaterra, Astorga de las de Venecia, el Inquisidor de las de Portugal y Guerra de las de Parma y Moscovia. Eliminando de este modo toda posible influencia de Orendayn (al que había llevado a su causa el embajador) y quedando los oídos del Rey a disposición de Mirabal y sus amigos.

El Mariscal, reconoció que solo debía de vérselas con el Presidente de Castilla y con la protección de Isabel de Farnesio formó un nuevo plan de gobierno:

En carta de Tessé a Isabel de Farnesio de 27 de abril de 1724: Una vez más, Madame, en nombre de Dios, no nos abandone, pues os aseguro que Madrid tiene más necesidad de San Ildefonso que San Ildefonso de Madrid.

Que a falta de primer ministro, gobernara el joven Luis I por sí solo, sin que ello le costara más de media hora por la mañana y media por la tarde. En el gobierno le ayudaría el Gabinete, pero solo como cuerpo consultivo y que los ministros (secretarios) despachasen directamente los asuntos de sus departamentos con el Rey. Suprimiéndose las Juntas y Consejos que tantas dificultades entrañaban. Proponiendo a Orendayn para negocios extranjeros y de Indias, a Castelar para la Guerra, a Patiño para la Marina y al que quisieran para Hacienda.

Exclamo una vez Isabel de Farnesio: "Cuando veo al Presidente de Castilla (Mirabal), me parece ver el caballo del Apocalipsis". A lo que repuso Tessé: "Verdaderamente, señora, no lo he visto nunca sino dibujado en las tapicerías como un gran caballo flaco". "Sí -dijo la reina- como uno que quiere hacer todo y no hace nada".

Los planes del gobierno propuesto por Tessé convencieron a Felipe V y este se los aconsejo a Luis I, quien le pidió que comunicase al embajador francés que en lo tocante al primer ministro, no quería tener otro que al Gabinete.

Se atribuye a Mirabal: Después de todo, Felipe V e Isabel de Farnesio solo son los primeros súbditos de S.M.D. Luis I.

Tessé recrimino a Felipe V que no le hubiera ordenado a su hijo, en lugar de aconsejado, el cumplimiento de sus planes. Pero tanto Felipe como Isabel respondieron que no se puede obligar a un rey a actuar contra su voluntad.

Decía la Reina Isabel: ¿Deseáis que mi pobre marido diga a su hijo, puesto el cuchillo en su garganta, "quiero absolutamente que hagáis esto", sabiendo que no tiene gana de ello y que ya lo manifestó estando aquí?

Tras alguna intentona más, como la de traer de vuelta al desterrado Alberoni, Tessé pidió licencia para salir de Madrid y el partido español, satisfecho por haber triunfado sobre el embajador francés y la influencia de San Ildefonso, comenzó a desenvolver más claramente su política de reto a los Soberanos viejos.

La junta alcanzo una orden del Rey disminuyendo las dotaciones de los Infantes. Pero a una mera reconvención que llegó de San Ildefonso, el dócil Monarca anuló el decreto, y no tan sólo continuó pagando las antiguas dotaciones a sus hermanos, sino que las aumentó.

Entonces el partido español volvió a atacar al anterior soberano, teniendo en cuenta las sumas que este se apropió al abdicar, los gastos que había costado su retiro y el mal estado de la Hacienda española, Mirabal propuso que se redujese la pensión de dicho monarca; más en esta ocasión fue grande el enojo de Luis I, que no solo no sanciono lo que consideraba un insulto, sino que dio cuenta de esta tentativa a su padre.

Prescindiendo de los asuntos que tocaban a su amor filial, Luis I dejo entera libertad a sus consejeros para que le indicaran lo que ellos consideraran conveniente, sin tener encuenta la opinión de San Ildefonso. Luis Mirabal desarrolló una gestión eminentemente beneficiosa para el país a pesar de los obstáculos que continuamente debía de vencer (de los que no era ajeno el mismo Felipe V).

El 19 de agosto Luis I enfermó, muriendo el 31 de agosto de 1724, a los diecisiete años de edad, a consecuencia de la viruela. Algunas voces sugirieron el envenenamiento como posible causa de la muerte, aprovechando los primeros momentos de la enfermedad, aunque la autopsia practicada no lo evidenció.

El acta de abdicación de Felipe V, que preveía que en caso de muerte de Luis I, la corona recaería en su hermano el infante Fernando (VI), había sido registrada solemnemente por el Consejo de Castilla. Tras la muerte de Luis I, Felipe V, impulsado por Tessé y la reina, quiso volver a ocupar el trono y pidió opinión al Consejo de Castilla. La actitud de Mirabal fue muy ambigua en esta circunstancia, y el Consejo se decidió a emitir una opinión favorable al deseo del rey a duras penas y después de muchas prórrogas.

Nada más volver al poder, Felipe V se apresuró, en octubre de 1724, a destituir a Mirabal, a quien consideraba responsable de la actitud vacilante del Consejo de Castilla, nombrándole en cambio, el 5 de noviembre del mismo año, Consejero de Estado. Otros consejeros de Luis I sufrieron peor suerte: destituciones (Lede, Grimaldo), destierros, persecuciones y cárcel (Montenegro).

El Mariscal Tessé comenta el 2 de noviembre de 1724: "Han despedido al presidente de Castilla, le han dado el título de consejero de Estado, aunque no hay Consejo de Estado; es un título honorífico con la mitad de su sueldo y libertad para dedicarse a sus ocupaciones"

La reina utilizó su influencia para que su sucesor fuese Juan de Herrera, persona fiel a la casa de Borbón. No obstante, el rey le hizo saber que no se ocupase más que de aquellos asuntos relativos al Consejo de Castilla, sin inmiscuirse en otros problemas del reino cuya competencia se había atribuido al Marqués de Mirabal.

Los Mirabal y Boadilla del Monte

Luis Mirabal caso, en segundas nupcias, con Isabel María Queipo de Llano señora de Boadilla del Monte e hija de Fernando Queipo de Llano (III conde de Toreno y alférez mayor de Asturias) y de Emilia de Doriga y Malleza. Del matrimonio nació Josefa Micaela.

Luis Mirabal, huyendo de la persecución de sus enemigos, salió de la corte y se retiró a la vida privada, en su señorío de Boadilla del Monte.

En 1729, la casa de Luis de Mirabal en Boadilla del Monte se encontraba en un estado lamentable y ante las dificultades para encontrar dinero líquido que le permitiera efectuar reparaciones en ella (los mayorazgos eran inalienables) Mirabal se vio forzado a pedir al rey autorización para constituir un censo de 4.000 ducados sobre los bienes del mayorazgo y para vender el cargo de regidor de Toro que formaba parte del mismo y que valía 12.000 reales. Se llego no sólo a hipotecar el mayorazgo, sino incluso a vender parte de él.

Esta casa es posiblemente el Palacio de las dos Torres, que en 1764 fue remodelado por Ventura Rodríguez y convertido en el actual Palacio del Infante Don Luis.

Luis Mirabal murió el 24 de enero de 1729, dejando el recuerdo de un hombre honrado, inteligente y patriota. Entre los numerosos recuerdos que dejó de su paso por los negocios públicos, se cuenta la fundación de la Guía oficial de España, que comenzó a imprimir y repartir entre sus amigos como una curiosidad (según ha descubierto el erudito escritor D. Juan Pérez de Guzmán).

Josefa Micaela de Mirabal, III Marquesa de Mirbal y esposa de Tello Dávila, heredó el señorío de Boadilla en 1755 y se vio obligada, ante la imposibilidad de hacer frente a la hipoteca establecida por Luis Mirabal, a vender el mayorazgo al infante Luis Antonio de Borbón, hermano de Carlos III. La venta se produjo el 20 de febrero de 1761 por la suma de 1.225.027 reales.

Deseando el Sr. Infante Don Luis comprar varios vienes en el lugar de Boadilla pertenecientes al común de esta villa y de otras circunvecinas a la Marquesa de Mirabal y a otros diferentes particulares, de los que parte son libres y parte vinculados, ha venido el Rey en conceder el permiso necesario para efectuar dichas enajenaciones y ha habilitado a la referida Marquesa para que por sí sola pueda celebrar venta ... 18 de diciembre de 1760

Se hizo escritura de compra venta el 20 de febrero de 1761. En 1764 se pedía a la Cámara que se diese la aprobación de las escrituras realizadas.

El Sr. Infante Don Luis ha comprado con permiso de S.M. la Villa de Boadilla del Monte y varias tierras circunvecinas pertenecientes a diferentes mayorazgos para lo que ha precedido la necesaria licencia de la Cámara y estando ya perfeccionada dicha compra, quiere S.M. que para mayor seguridad de lo hecho se expida por la Cámara en su Real Nombre la aprobación de las escrituras...

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